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Santos Acevedo López y De La Cruz, Pionero De La Crónica De Xochimilco Del Siglo XX.

Santos Acevedo López y De La Cruz, Pionero De La Crónica De Xochimilco Del Siglo XX.
Araceli Peralta

Texto: Mtra. Araceli Peralta Flores. Investigadora del INAH y Cronista de Xochimilco.
Información proporcionada por el profesor y artista plástico Mario Alfonso Acevedo Cabello y la maestra Elizabeth Acevedo Chícharo.
Fotografías de la familia Acevedo.
Referencia bibliográfica: Santos Acevedo López y de la Cruz, Xochimilco. Su historia, sus leyendas, México, SEDEMA, 2019.

Santos Acevedo López y de la Cruz, nació el 1 de noviembre de 1899 en el barrio de la Concepción Tlacoapa, Xochimilco; su casa, ubicada en el callejón Acuahutzingo, aún conserva dos habitaciones originales. Sus padres fueron Blas Acevedo Ramírez y María Petra López de la Cruz, quienes tuvieron cinco hijos, Dolores, Pomposa, Rosa, Nicolasa y Santos.
Su primaria la hizo en dos escuelas, en la Amado Nervo, que después fue la Fernando Celada, y en la Ignacio Ramírez, que estuvo en la esquina sur poniente del atrio de la hoy catedral de San Bernardino de Siena. De niño, solía platicar en náhuatl con su mamá, el cual perfeccionó al tener que traducir textos en esa lengua.
A la edad de 12 años se incorporó al movimiento revolucionario alentado por su tío Ponciano López de la Cruz, quien luchó a favor de los zapatistas, ya que, en 1912, los revolucionarios entraron a Xochimilco. A pesar de su corta edad, Santos “tomó parque”, que llevó a las chinampas en donde su tío y compañeros luchaban contra los carrancistas.
Santos regresó al centro de Xochimilco, por la noche, pero los carrancistas lo aprehendieron, “no me mataron porque vieron que era un chiquillo”. Después de tres noches, logró escapar, atravesando a nado los canales. Llegó con su tío Ponciano, quien ya no lo dejó regresar, porque con seguridad lo matarían. Por eso se fue con su tío a luchar con los zapatistas a los estados de Morelos, Guerrero y Puebla. Dejó la causa revolucionaria en 1914 porque mataron a su tío en la sierra de Zacapoaxtla, Puebla.
Santos Acevedo se caracterizó por ser un hombre inquieto, versátil y deseoso de conocimiento, por eso, después de la Revolución, y con 25 años de edad, decide ingresar a la Escuela Militar de Aeronáutica. En 1926 se cambió al Colegio Militar de San Jacinto, donde se graduó como Teniente Coronel del Ejército Nacional. En 1933 ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso, que alternó con clases de declamación y arte teatral.

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El profesor y artista plástico Mario Alfonso Acevedo Cabello, recuerda que su padre tuvo como compañero en el Colegio Militar, al tenor Jorge Negrete, quien por las noches acostumbraba vocalizar para ejercitar la voz. Los primeros días fueron tolerables, pero después comenzaron a protestar sus compañeros “ya cállate pinche rana porque no dejas dormir y mañana nos tenemos que levantar temprano”, entonces Negrete contestaba “cabrones una cosa les digo, va a llegar el momento en que tengan que pagar por escucharme cantar”. Después de varios años Santos y Negrete, se reencontraron. Negrete al enterarse que Santos escribía, le encargó unos argumentos de teatro y de cine. Tal fue el entusiasmo de Santos que hasta estudió la carrera de argumentista de cine. Se puso a escribir varias obras entre ellas “La novia del poeta”, sin embargo, falleció Jorge Negrete, quedando el proyecto inconcluso.
Otra anécdota de don Santos, es sobre una tertulia que tuvo con varios militares. Al calor de las copas, sus compañeros comenzaron a presumir sobre la nobleza de sus apellidos. Santos observaba en silencio, de pronto un militar le dijo ¿no tienes nada que decir?, “apoco no tienes nada que platicar de tú apellido”; entonces Santos respondió “miren ustedes, ya presumieron su abolengo, yo fui un hombre humilde, pero eso si les digo, en mi familia todos tienen los calzones bien puesto hasta las mujeres, y como muestra basta un botón, ahí tenemos el caso de Concepción Acevedo de la Llata, mejor conocida como la madre Conchita”, así Santos libró inteligentemente la situación, aun cuando la autora intelectual del asesinato de Álvaro Obregón, no fue su pariente.
En 1939 Santos Acevedo casó con Elizabeth Cabello Escalante, del barrio de la Conchita del pueblo de Santiago Tepalcatlalpan, con quien procreó cinco hijos, Elizabeth, Blanca, Mario Alfonso, María Sulamita y José Juan.
Mario, recuerda que su padre tenía muchas amistades de la política y de la cultura, que visitaban su casa. En una ocasión estaban reunidos el profesor Farías Galindo -cronista de Xochimilco-, Francisco Goitia y Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl. El niño Mario, tomó una servilleta y comenzó a dibujar el rostro del Dr. Atl, quien se acercó y le dijo “me dejas ver tú dibujo”, e inmediatamente exclamó ¡el joven tiene cualidades para ser un buen dibujante!, el cumplido fue muy significativo para Mario y la familia Acevedo.
Otro suceso que recuerda Mario, fue de un día que su papá llegó cansado del trabajo; como era su costumbre, se quitó el uniforme de militar para vestir el de campesino, en ese momento tocaron la puerta unos vecinos y les preguntó en qué les podía servir. Uno de ellos le dijo “mira Santos venimos porque tenemos miedo, porque todas las noches canta un tecolote, y con eso de que cuando el tecolote canta el indio muere, pues más vale que lo espantes”. Mi padre, dice Mario, nunca usó su arma para asustar a la gente y mucho menos a un animal indefenso, pero para calmar a los vecinos, les prometió que esa noche espantaría al tecolote. Santos tenía tiempo de no practicar el tiro al blanco, aun así, tomo su pistola y se fue con ellos. Lanzó un tiro al aire y para su sorpresa, mató al tecolote, todos le aplaudieron diciéndole ¡que buen tino tienes!, a lo que Santos respondió, ¡pues claro, soy militar pues que creen ustedes!

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Mario en su juventud tuvo un amigo de apellido Cordero, que era instructor de los conscriptos del servicio militar. Él le metió la idea de que le pidiera a su padre ayuda para conseguir una dispensa del servicio militar, así que un buen día Mario se animó “oye papá, tú como militar porque no me llevas a la Defensa para conseguir una dispensa para no hacer mi servicio militar”. Santos se quedó pensativo un rato “si como no, déjame pensar cuándo y cómo, yo te aviso para que iniciemos los trámites”. Días después su padre le dijo “Mario te preparas, este sábado nos vamos a la Defensa”; al llegar a nuestro destino, mi padre tocó la puerta de la oficina de su jefe y me presento “el joven es mi hijo, se llama Mario Alfonso Acevedo Cabello, ya va a cumplir 17 años, el año que viene le toca marchar, pero venimos ante usted para pedirle nos conceda que mi hijo marche, haga su servicio militar un año antes de que cumpla los 18”. Me quedé sorprendido porque ese no había sido el trato. El jefe respondió “me da gusto que jóvenes como su hijo sean cumplidos con la Patria y hasta vengan a solicitar marchar antes, y de antemano le digo que está concedido el permiso”. Al salir de la oficina mi papá me dijo “no fue lo que acordamos verdad, bueno pues aquí, ya afuera de la oficina del jefe te digo” ¡que no ni que no, ándele cabrón lárguese a cumplir con sus obligaciones como mexicano!
De 1934 a 1974, Santos tuvo una productiva vida literaria, escribió sobre: pregones populares, personajes ilustres de Xochimilco, leyendas, poesía en náhuatl y fiestas religiosas. Entre sus obras están: Los pregones de México (1934); Macehualcuícatl, glosa de cantares populares en náhuatl (1935); biografía del poeta Fernando Celada Miranda (1934); Martín de la Cruz y Juan Badiano”, Códice Herbario (1952); Monografía de Nuestra Señora de los Dolores de Xaltocan, en coautoría con Sergio Cordero Espinosa; biografía del pintor Francisco Goytia García (1965); los petroglifos de Atlapulco (1965) y los petroglifos de Cuahilama en la Revista Xochimilco (1965); Monografía histórico-demográfica de Xochimilco en el periódico de la Delegación Xochimilco (1972-1974).
Dejó varias obras inéditas como Aprendamos el idioma náhuatl (1965); Las trovas del pueblo, poema teatral; La paloma de Xochimilco, novela costumbrista; Quejas de mi chinampa, poemas; Oda a Xochimilco, poema; Xochimilco canta, antología poética; El arte culinario de los xochimilcas, entre otros. En 1957, escribió el libro Xochimilco, su historia y sus leyendas, que quedó inédito, por ello el Grupo Cultural Tlatemoani, lo editó en el 2007, la segunda edición es del 2019.
Santos recibió diversos reconocimientos por sus servicios de armas y por su trabajo literario. En 1956, ganó el primer lugar en el concurso de Juegos Florales, con su trabajo “Historia de Xochimilco”. Rodolfo Cordero López, cronista de Xochimilco, refiere que Santos fue miembro de la Academia del Idioma Náhuatl, de la Academia Folclórica Mexicana y de la Asociación de Cronistas de Ciudades Mexicanas.
El teniente coronel Santos Acevedo López y de la Cruz, falleció en 1992, dejando un valioso legado histórico y literario para el pueblo de Xochimilco.

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