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Don Chucho, El Cantor De San Bernardino De Siena.

Don Chucho, El Cantor De San Bernardino De Siena.
Araceli Peralta

Texto: Mtra. Araceli Peralta Flores. Investigadora del INAH y Cronista de Xochimilco.
Información proporcionada por Georgina Isabel López Estrada y Rodrigo Ocaña López.
Fotografías de la familia López Estrada.

Heriberto Esteban Jesús López Morales, mejor conocido en Xochimilco como Don Chucho, nació el 28 de noviembre de 1928. Su infancia la vivió en la vecindad de Don Rómulo Fuentes, en la calle de Francisco I Madero, frente al edificio Peña. Sus padres fueron Emigdio López Sánchez, originario de León, Guanajuato y Soledad Morales Alcázar, de Oaxaca. Emigdio, su padre, llegó a la Ciudad de México, hacia 1900 y se instaló en San Agustín de las Cuevas, Tlalpan, dedicándose al comercio. En ese año, el presidente Porfirio Díaz inauguró el Mercado de la Paz, en el centro del pueblo. Emigdio pudo adquirir un local en donde puso una talabartería y mercería. A Soledad la conoció cuando iba al mercado, porque trabajaba en la casa de una sobrina de Porfirio Díaz, cerca de ahí. La pareja decidió casarse y al poco tiempo le ofrecieron a Emigdio, un puesto en el antiguo mercado de Xochimilco, oferta que le resultó atractiva, es así como se van a vivir a Xochimilco, donde nacieron Salvador, Carmen, Carlos, María, Filiberto, Jesús y Fausto. Los dos últimos hijos heredaron de la familia de su madre el gusto por la música, ya que en Oaxaca tenían una banda de viento.

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Para Jesús y sus hermanos la vida no fue fácil, sobre todo cuando sus padres se separaron. Soledad buscó trabajo en la parroquia de San Bernardino de Siena y Jesús, de nueve años, entró como acólito. A los 15 años Chucho, trabajó en una carpintería en donde tuvo un accidente, perdió el dedo anular y su dedo medio quedó lastimado de un tendón, por este motivo su madre se fue a Coyoacán a ver a su compadre Raymundo Vázquez, para pedirle que recibiera a sus hijos en su casa pues ya no quería que Jesús y Fausto, trabajaran en la carpintería.Es así como Jesús con 16 y Fausto de 14 años, se fueron a vivir con su padrino Raymundo que, por ser músico, los inscribió en la Escuela Nacional de Música, donde Jesús tomó clases de canto y piano, y Fausto de violín. Chucho comenzó a dar el servicio de música y canto en las iglesias de Ciudad Jardín y de San Juan Bautista, en Coyoacán.

Después de cinco años de vivir en la casa de su padrino, regresan a Xochimilco. Chucho en cuanto pudo, fue a ver al padre Eduardo, a quien le pidió autorización para integrarse con los cantores de San Bernardino de Siena, que eran Farfán, Trinidad Varela y Adrián Martínez, de quienes aprendió más cantos eucarísticos. Por varios años, acompañó a su amigo Adrián, del pueblo de Santiago Tepalcatlalpa, junto con un grupo de músicos de Xochimilco, a la fiesta de Jiutepec, Morelos, para cantarle al santo patrón.

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En 1954, Jesús casó con Sara Estrada Villegas de Coyoacán, catequista; tuvieron seis hijos, Georgina Isabel, Adrián Jesús, María Guadalupe, María Cecilia, Sara y Víctor Manuel que es violinista y formó parte de la Orquesta de la Defensa Nacional. La familia vivió en el barrio de San Cristóbal. Sus hijos y nietos recuerdan con nostalgia las fantásticas historias y leyendas que narraba sobre Xochimilco, como aquella de los misteriosos túneles que se dice conectan a las capillas de Xochimilco. Don Chucho siempre inculcó a los suyos, un gran arraigo por este lugar.

Jesús formó su orquesta con Esteban Chávez, violinista de San Marcos, Lucas que tocaba el clarinete y su hermano Fausto, violinista, que también tocó en las Sinfónicas de Toluca, de la UNAM, del Politécnico y de la Defensa Nacional. En 1961, Jesús se integró al coro de la Orquesta Filarmónica de Bellas Artes, años más tarde estuvo en el coro de la UNAM.
Esta actividad la alternó con su trabajo como músico en iglesias como La Conchita en Coyoacán, San Jacinto y el Carmen en San Ángel, Santa Mónica en la colonia del Valle y San Diego Churubusco.

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A pesar de su carga de trabajo, Chucho siempre se dio tiempo para cantar en la parroquia de San Bernardino. Ahí conoció al padre fray Tarsicio M. Bressan, que formó un grupo coral de niños y jóvenes, cuya fecunda labor desarrolló sobre todo en Santa Cruz Acalpixca. Con el padre Reyes, fue el cantor oficial de las misas de 7am y 5 pm., sin embargo, tuvo serias diferencias con él, por ello decidió salirse de San Bernardino.
Durante los trabajos, Jesús se sorprendió de la cantidad de ídolos y cráneos que encontraron los trabajadores en el atrio. Muchas pinturas antiguas y esculturas fueron colocadas detrás del retablo mayor, como el Cristo que después pasaron al bautisterio.

Aunque Jesús dejó de cantar en San Bernardino, él continuó dando el servicio como cantor en las misas de los pueblos y barrios de Xochimilco. Don Chucho fue muy conocido porque no había posada y pastorela del Niñopa, del Niño de Belén y del Niño Dormidito, en la que no estuviera presente. Para las posadas ensayaba con los pastorcitos y el coro de muchachas desde el mes de octubre.
Con el padre José Villicaña, Chucho regresa a San Bernardino, y como el padre mandó a restaurar el órgano tubular antiguo, Jesús lo tocó en varias ocasiones, al igual que el órgano monumental de la Catedral de México. El órgano antiguo años más tarde lo mandó restaurar el padre Adrián Huerta Mora, quien realizó muchas mejoras al templo.

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En 1979, organizó un coro y orquesta con músicos de Xochimilco, para grabar un disco en la parroquia, dedicado al Papa Juan Pablo II, en su primera visita a México.
Años más tarde, con el padre Enrique, formó un coro mixto, llamado “Santa Cecilia”, Chucho enseñó a los jóvenes a tocar instrumentos y a cantar. Su hija Georgina recuerda que en esa época espantaron a su papá en San Bernardino de Siena, estaba anocheciendo, iba bajando las escaleras para entrar al claustro, por el lado de Nuevo León, y oyó que le hablaban, volteó y cuál fue su sorpresa al ver a una monja con el rostro descarnado, no le dio miedo, al contrario, la enfrentó y le dijo ¡dónde está el dinerito, el dinerito!. Al poco tiempo, el señor obispo, que tenía su recámara arriba del salón de actos, dio un gritó tan fuerte que muchos lo escucharon. Inmediatamente subieron a verlo, él estaba desmayado, cuando volvió en sí, dijo que se le había aparecido la monja, por eso cuando vio a Chucho le dijo ¡tenías razón, si existe la monja!
Heriberto Esteban Jesús López Morales, hombre alegre, bohemio, de tez blanca, ojos grandes, pestañas largas y calvo, murió en el 2012. A través de su música y voz será siempre recordado en Xochimilco.

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